Para construir y hacer funcionar los edificios se necesita un flujo constante de recursos, como pueden ser la madera, el acero, la energía o el agua. Estos recursos, ya sea en cuestión de segundos o de décadas, se acaban convirtiendo en residuos. Este proceso es cíclico, los residuos se convierten en recursos de nuevo, pero la gran velocidad a la que consumimos recursos y generamos residuos está descompensando el ciclo.